A los niños con autismo, los pequeños cambios de rutina les pueden causar conflicto. Si adelantas todo lo posible la noche antes para ahorrar tiempo, las mañanas fluirán mejor. Y para los niños más pequeños es útil dividir las tareas en pasos pequeños.
Mañanas escolares sin estrés
Cómo lograr que tu hijo se levante y salga a tiempo con la menor cantidad de conflictos.
Experto clínico: Dave Anderson, PhD
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Por qué a algunos niños les cuesta prepararse para la escuela en las mañanas?
- ¿Qué pueden hacer los padres para que las mañanas escolares transcurran sin problemas?
Lectura rápida
Lograr que todos salgan de casa por la mañana a tiempo es un reto para muchas familias. Esto puede ser aún más difícil en el caso de niños con problemas de salud mental o del aprendizaje. Puede que a los niños con TDAH o que tienen problemas de comportamiento se les dificulte seguir instrucciones o enfocarse en lo que hay que hacer. Los niños con ansiedad o depresión pueden tener dificultades para levantarse de la cama o manejar sus preocupaciones sobre la escuela. Y para los niños en el espectro del autismo, los pequeños cambios en la rutina pueden dar lugar a conflictos.
Pero ya sea que tu hijo tenga un diagnóstico de salud mental o no, hay maneras de hacer las mañanas más fáciles y evitar los conflictos. En primer lugar, planifica con antelación. Todo lo que puedas hacer la noche anterior te ahorrará tiempo por la mañana: preparar lo que llevarán de almuerzo, bañarse, elegir la ropa. Para los niños más pequeños, es útil dividir las tareas en pequeños pasos y darles elogios cuando las hagan con éxito. Los niños mayores pueden utilizar listas de verificación. Y las indicaciones visuales, como un cartel con el horario semanal, pueden ayudar a los niños, especialmente a quienes tienen TDAH o autismo. Con el tiempo, todos los niños pueden crear rutinas y seguirlas con menos ayuda.
También ayuda centrarse únicamente en las tareas esenciales, como vestirse y cepillarse los dientes. Por ejemplo, tal vez quieras que tu hijo haga la cama por la mañana, pero lo cierto es que seguirá teniendo un buen día en la escuela si no la hace. Una vez que los niños hayan dominado lo básico, puedes intentar añadir más tareas a la rutina. Pequeñas recompensas, como un cereal especial para el desayuno, pueden ser una buena motivación para que sigan el plan.
Por último, ayuda mucho que los padres mantengan la calma. Discutir hace perder tiempo y estresa a los niños, lo que hace que las mañanas sean aún más difíciles. Y si tu hijo tiene problemas constantemente, incluso para salir de la cama, o si hace un berrinche cada mañana, buscar ayuda profesional puede ser de gran ayuda.
Durante el año escolar, se escucha la queja de los padres en todo el país: sacar a los niños por la puerta de lunes a viernes es todo un reto.
¿Qué hace que las mañanas escolares sean tan difíciles? “Son como una tormenta perfecta”, dice David Anderson, PhD, psicólogo clínico en el Child Mind Institute.
“Hay muchas cosas por hacer —explica— y también hay un límite de tiempo”. Agrega a esto el hecho de que los padres a veces tienen la sensación de que sus hijos no perciben la premura, mientras ellos están tratando de lograr que todos salgan a tiempo hacia la escuela y el trabajo. Entonces, es como una olla a presión que, en el peor de los casos, puede terminar en gritos, llanto y almuerzos que se quedan olvidados.
El Dr. Anderson dice que un colega suyo llama a este tipo de momentos (igual que la hora de la tarea o la transición entre la cena, la hora del baño y la hora de ir a la cama, y luego lograr que efectivamente los niños duerman), “situaciones de viajero frecuente”. Asegura que las mañanas son “definitivamente complicadas en la mayoría de las familias con las que hablamos”, independientemente de si el niño tiene un diagnóstico psiquiátrico o no.
Sin embargo, el grado de estrés puede aumentar en las familias que tienen un niño con necesidades especiales. “Es mucho menos probable que los niños con TDAH o problemas de comportamiento puedan enfocarse en lo que tienen que hacer, o recordar lo que tienen hacer, e incluso podrían tener comportamientos desafiantes y oponerse a hacer cosas como vestirse, hacer la cama, darse una ducha, lavarse los dientes o desayunar“, dice el Dr. Anderson.
Por su parte, a los niños con depresión les podría costar levantarse de la cama, y quienes tienen ansiedad se podrían rehusar a hacer lo que se requiere, porque están tratando de evitar algo que está sucediendo en la escuela o incluso la escuela por completo.
El Dr. Anderson agrega que si un niño está en el espectro autista, las mañanas podrían ser aún más difíciles debido a una adhesión rígida a ciertos rituales. Si los padres necesitan que el niño sea flexible y haga las tareas fuera del orden habitual, esto podría dar lugar a una gran cantidad de conflictos.
Además, muchos niños tienen dificultades con las transiciones, sin importar si tienen o no diagnósticos como el TDAH o el autismo, y las mañanas se tratan definitivamente de transiciones que se tienen que realizar a corto plazo y de forma estricta.
Los padres pueden ser más flexibles en cosas como la hora de irse a la cama (tal vez permitan que su hijo se quede leyendo hasta dormirse). Pero las mañanas no permiten darse ese mismo lujo.
Si un niño sale de la casa por la mañana sin los zapatos adecuados, sin el equipo deportivo, sin la tarea o sin desayunar, todo eso puede causar problemas en la escuela.
Y si un niño termina llegando tarde a la escuela, a menudo sus padres estarán llegando tarde al trabajo también.
Entonces, ¿qué pueden hacer los padres para salir a tiempo de casa y con el menor conflicto posible? El Dr. Anderson recomienda varias cosas.
Planificar con anticipación
En primer lugar, independientemente de la edad del niño, piensa en lo que se puede hacer desde la noche anterior, como los alimentos para la hora del almuerzo, bañarse, preparar las mochilas y la ropa. Habla con tus hijos sobre lo que tienen que hacer en la mañana. “Es bueno tener estas conversaciones cuando las cabezas están más frías y realmente podemos resolver los problemas sobre cómo hacer las cosas de una manera eficiente”, dice el Dr. Anderson.
Los padres de niños más pequeños necesitan enfocarse en la claridad con que transmiten lo que se debe hacer, y ayudarles a desarrollar esta lista con buenos hábitos. Esto se puede lograr al destacar en el momento las cosas que tu hijo hizo bien, y darle elogios específicos por esos logros. También es útil dividir las tareas en pasos más pequeños y luego observar cómo está tratando de cumplir o hacer las cosas de manera independiente.
Si tus hijos son mayores podrías ayudarles a desarrollar un plan de organización: una lista que podrían revisar para asegurarse de que cada paso se haya completado. “Todos somos más eficaces cuando tenemos muy claro qué pasos debemos seguir y cuando somos realistas acerca de lo que realmente podemos hacer con el tiempo que tenemos”, dice el Dr. Anderson.
Moderar las expectativas
El Dr. Anderson también dice que es una buena idea que los padres prioricen los pasos esenciales: lo que se debe hacer versus lo que debería ser “la rutina ideal”, al menos al principio.
¿Exactamente qué es esencial? “En la realidad esto significa generalmente que el niño tenga toda la ropa puesta, tenga algo en el estómago y se haya cepillado los dientes”, dice. “Si podemos lograr que se hagan esas tres cosas de alguna manera, ya sea antes de salir de la casa o en el camino hacia la escuela, y reforzamos el progreso del niño, entonces podemos empezar a construir esos hábitos y hacer que las mañanas sean más fáciles en el futuro”.
Una vez que los pasos esenciales se convierten en hábito, los padres se pueden centrar en la “rutina ideal”, que podría incluir cosas como que el niño mantenga sus manos quietas cuando está junto a un hermano, que haga su cama y organice sus cosas.
Utilizar ayudas visuales
El Dr. Anderson dice que, especialmente con los niños más pequeños que están en el espectro autista o tienen TDAH, “queremos hacer que todos los comportamientos que hemos definido como conductas objetivo también estén expresados visualmente para que los puedan recordar y, con el tiempo, comenzar a hacerlos de manera independiente”. Los recordatorios visuales pueden incluir horarios e imágenes de comportamientos específicos, como la foto de un niño cepillándose los dientes cerca del lavamanos.
Con los niños y adolescentes que muestran un desarrollo típico, la cantidad de visualización necesaria varía: “Hay niños que solo necesitan que sus padres les den instrucciones de forma verbal, y entonces por lo general las pueden recordar y seguir adelante. Algunos niños necesitan más recordatorios o tiempo para formar estos hábitos”, señala el Dr. Anderson.
Crear incentivos
Cuando se trata de mejorar las mañanas, las recompensas también son esenciales. Pueden ser de corto plazo, con algún tipo de regalo inmediato o, debido a la falta del tiempo, puede ser en forma de privilegios ganados para disfrutar de ellos más tarde.
El Dr. Anderson ofrece uno de sus ejemplos favoritos de una recompensa a corto plazo, que involucra a una adolescente y a su madre. “Hablaron sobre los comportamientos específicos en los que se iban a enfocar”, dice. “La idea era que ella se levantara a cierta hora, hiciera todas sus cosas y se fuera a cierta hora para la escuela. Si esas tres cosas sucedían sin demasiados recordatorios, entonces se detendrían para un desayuno especial como Starbucks, y caminarían en lugar de tomar el metro. “Esto no solo motivó a la adolescente, sino que también mejoró la relación madre-hija, ya que tuvieron más tiempo para hablar.
Los niños más pequeños se podrían motivar con un plan de comportamiento más definido que incluya recompensas significativas. El Dr. Anderson cita el ejemplo de un estudiante de cuarto grado: mientras él se levante, tome un desayuno relativamente saludable, se vista rápidamente y se cepille los dientes sin demasiados recordatorios de los padres, gana puntos por cada uno de esos comportamientos. Estos puntos se traducen en 30 minutos de tiempo de pantalla esa misma noche.
Mantener la calma
Cuando los padres se encuentran con obstáculos en el camino y los ánimos están que arden, necesitan pensar en maneras de bajar la tensión, ya que discutir es una distracción y puede dañar la relación con tus hijos, así como desacelerar aún más las cosas.
Hay varias maneras de bajar la tensión en una situación, que incluyen:
- Hablar en un tono más calmado.
- Explicar con claridad tus expectativas.
- Continuar elogiando, incluso los pequeños esfuerzos, en lugar de centrarte en lo que tu hijo no está haciendo.
- Centrarte en el siguiente paso dentro del proceso.
- Mantener el enfoque en el objetivo, tanto a corto como a largo plazo.
También ayuda aceptar que, al menos en el corto plazo, las cosas no pueden ser perfectas, pero que pueden mejorar si sigues las estrategias de comportamiento.
Buscar ayuda profesional cuando todo lo anterior falla
En situaciones donde los niños tienen dificultad “incluso para levantarse de la cama o donde hay conflicto cada mañana con peleas a gritos”, hasta el punto de que la dinámica familiar está deteriorada o hay preocupaciones sobre la salud mental del niño o los padres, el Dr. Anderson recomienda asesoría profesional. Esto podría implicar capacitación para padres, que incluye enseñar a los padres el uso de estrategias efectivas para el manejo del comportamiento, capacitación conjunta entre padres e hijos para aprender a tener interacciones más exitosas, o trabajo individual con el niño en una terapia cognitivo-conductual para que desarrolle habilidades que le permitan enfrentar situaciones difíciles y mejorar su regulación emocional.
Preguntas frecuentes
Los padres pueden ayudar al enfocarse en las tareas realmente esenciales, como vestirse y cepillarse los dientes. Una vez que los niños dominen lo básico, pueden tratar de añadir más tareas a la rutina. Pequeños premios, como un cereal especial para desayunar, pueden ser una buena motivación para seguir el plan.
Los padres pueden ayudar a disminuir el estrés de las mañanas manteniendo la calma. Si discutes, pierdes tiempo y estresas a los niños, lo que dificulta aún más la mañana. Si tu hijo siempre tiene problemas para levantarse o hace berrinches en las mañanas, puede ser útil buscar ayuda profesional.
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