Algunas señales de disgrafía son dificultades motrices, como sujetar el lápiz y formar las letras de forma correcta. Otras señales incluyen dificultades con la ortografía, la gramática, la puntuación, la estructura de las frases y la expresión escrita en general.
Entender la disgrafía
Cómo ayudar cuando a los niños se les dificulta aprender a escribir.
Experto clínico: Daryaneh Badaly, PhD, ABPP
in EnglishLo que aprenderá
- ¿Qué es la disgrafía y cuáles son las señales?
- ¿Cómo se diagnostica la disgrafía?
- ¿Cómo pueden las escuelas y los padres apoyar a los niños con disgrafía?
Lectura rápida
La disgrafía es un trastorno del aprendizaje que afecta la capacidad de escribir. Como todas las discapacidades del aprendizaje, no significa en absoluto que tu hijo no sea inteligente, creativo ni pueda tener éxito. De hecho, con el apoyo adecuado, los niños con disgrafía pueden aprender a escribir y tener un buen desempeño en la escuela.
Algunas de las señales de disgrafía incluyen los desafíos motores, como la dificultad para sostener los lápices y formar las letras correctamente. Para los niños con disgrafía, la escritura puede resultar realmente agotadora e incluso dolorosa para sus manos.
Además de estos desafíos motores, la disgrafía tiene también un lado cognitivo. Los desafíos cognitivos incluyen tener dificultad con la ortografía, la gramática, la puntuación, la estructura de las frases y en general para expresarse de forma escrita. Un niño con disgrafía puede tener dificultades para plasmar sus ideas en papel.
Los niños pueden experimentar el lado motor o cognitivo del trastorno, o bien ambos.
La disgrafía puede ser evaluada por parte de profesionales clínicos (generalmente terapeutas ocupacionales en el caso de los problemas motores y neuropsicólogos en el caso de los desafíos cognitivos), y las escuelas pueden proporcionar adaptaciones para ayudar en el aula. Algunas de esas adaptaciones incluyen otorgar tiempo adicional para completar las tareas escritas, permitir el uso de un teclado o una grabadora de audio y el uso de organizadores gráficos para estructurar las tareas de escritura.
Hay muchas maneras en que los padres pueden brindar apoyo. Pueden buscar intervención temprana, solicitar tecnologías de asistencia en la escuela, y además, pueden ayudar a los niños a practicar la escritura en casa y proporcionarles apoyo emocional. Los niños con discapacidades del aprendizaje a menudo experimentan frustración y desarrollan ansiedad y baja autoestima. Pero con el apoyo adecuado en casa y en el salón de clase, pueden manejar de manera eficaz su disgrafía y seguir el ritmo de sus compañeros.
Aprender a escribir es un proceso complejo y exigente para cada joven estudiante. Además, todas las personas aprenden y se desarrollan a su propio ritmo. Pero si un niño enfrenta problemas constantes con la escritura, ya sea para sujetar el lápiz o para expresar sus pensamientos, es posible que tenga un trastorno del aprendizaje llamado disgrafía.
¿Qué es la disgrafía?
La disgrafía es una discapacidad del aprendizaje que dificulta la escritura. Contempla dos aspectos: una deficiencia motora que afecta el proceso físico de escribir y desafíos a nivel cognitivo con la expresión escrita.
La disgrafía, como todos los trastornos del aprendizaje, no es algo que se pueda superar o curar con el tiempo, y no es reflejo de las capacidades intelectuales o la creatividad de un niño. Con el tratamiento y apoyo adecuados, la disgrafía se puede manejar con eficacia, por lo que los niños que la tienen pueden aprender a escribir y seguir el ritmo de sus compañeros de clase.
¿Cuáles son las señales de disgrafía?
Hay dos categorías de síntomas relacionados con la disgrafía: las deficiencias motoras y los desafíos cognitivos. Los niños pueden tener dificultad solo en una de estas áreas o en ambas.
Algunas señales de las deficiencias motoras incluyen:
- Dificultad constante para formar las letras, hacerlas del mismo tamaño y espaciarlas de manera correcta. Puede que las letras se agrupen sin espacios o no sigan una línea recta.
- Problemas para sostener un lápiz, como por ejemplo tener dificultad para agarrarlo o necesitar sujetarlo con más fuerza.
- Fatiga al escribir. Escribir puede ser agotador y causar calambres o dolor en las manos.
En el aspecto cognitivo, los niños con disgrafía podrían tener:
- Dificultades con la mecánica de la escritura, como la ortografía, la gramática, la puntuación y la estructura de las frases.
- Problemas para organizar su escritura. Pueden tener ideas geniales, pero les cuesta plasmarlas en el papel de forma coherente y estructurada.
Cuando se está intentando detectar señales de disgrafía, es importante fijarse en la consistencia y los patrones. “Cuanto más consistente sea algo y haya más señales, habrá más motivos de preocupación”, dice Daryaneh Badaly, PhD, neuropsicóloga clínica sénior del Child Mind Institute. Por ejemplo, si la escritura de un niño es desordenada a veces, es probable que no sea un problema, pero si tiene dificultad para formar las letras la mayor parte del tiempo, es posible que haya un problema que abordar.
¿Cómo se evalúa la disgrafía?
Es importante entender que en el DSM-5 (el manual de diagnóstico que utilizan los profesionales clínicos), la disgrafía en sí ya no se considera un diagnóstico oficial. Esto se debe a que en realidad está integrada por dos trastornos diferentes: el trastorno del desarrollo de la coordinación (problemas motores como la dificultad para formar las letras) y el “trastorno específico del aprendizaje con dificultad en la expresión escrita” (los aspectos cognitivos).
Es útil abordar los dos aspectos de la disgrafía de manera separada en el diagnóstico, porque permite que los profesionales clínicos evalúen y aborden las necesidades específicas de cada niño con mayor precisión. Algunos niños pueden tener los dos trastornos asociados a la disgrafía, mientras que otros puede que tengan solo uno.
Si te preocupa la escritura de tu hijo, puedes solicitar una evaluación con un terapeuta ocupacional.
“En el caso de niños que están en el sistema escolar público, se puede solicitar una evaluación escolar”, explica la Dra. Badaly. “Los padres también pueden optar por una evaluación ambulatoria. La razón por la que recomiendo a los terapeutas ocupacionales es porque ellos conocen muy bien las habilidades motoras, y por lo tanto estarán mejor capacitados para evaluarlas. Y luego, si se necesita un tratamiento, son ellos quienes lo llevarán a cabo”.
Si tu hijo tiene mayores dificultades para expresarse por escrito, lo mejor es buscar una evaluación de un neuropsicólogo con licencia. Hay muchas habilidades cognitivas que intervienen en el proceso de aprender a escribir, señala la Dra. Badaly. “Para deletrear, hay que tener una buena comprensión de los sonidos de las palabras y cómo utilizarlos”, dice. “También hay que tener en cuenta la representación ortográfica de las palabras, por lo que se necesita tener una buena memoria funcional”.
Los neuropsicólogos pueden evaluar las habilidades cognitivas de tu hijo (como el funcionamiento ejecutivo, la memoria funcional, la conciencia fonológica, entre otras) con el fin de identificar exactamente qué tipo de apoyo le será más útil.
¿Cómo se puede tratar o manejar la disgrafía?
Hay muchas maneras de manejar la disgrafía, tanto a través de terapias especializadas como de adaptaciones que pueden ayudar a tu hijo en el salón de clases.
Los terapeutas ocupacionales pueden utilizar intervenciones para ayudar a los niños a desarrollar sus habilidades motoras finas y su destreza, como ejercicios físicos para fortalecer los músculos de las manos, o incluso practicar la escritura de letras en el aire o en la arena. La instrucción multisensorial, que se utiliza para ayudar a niños con dislexia, también puede ser efectiva.
Para ayudar con la expresión escrita, existen enfoques especiales de enseñanza que pueden utilizar psicólogos y maestros o especialistas en educación. Un par de ejemplos son el método Hochman (en inglés), también llamado la revolución de la escritura, y el desarrollo de estrategias autorreguladas (SRSD). Ambos enfoques enseñan a escribir de una manera muy estructurada, lo que puede ser útil para niños con disgrafía.
Hay varias adaptaciones que puedes solicitar en la escuela de tu hijo. El terapeuta o psicólogo con el que trabajen te puede ayudar recomendándote herramientas o tecnología de asistencia específicas, pero estos son algunos ejemplos que suelen beneficiar a niños con disgrafía:
- Utilizar un sujetador de lápiz para ayudarles a sostener el lápiz de manera correcta y cómoda.
- Utilizar un teclado en clases para tomar notas y hacer trabajos escritos.
- Obtener los apuntes del maestro.
- Utilizar una grabadora o una herramienta de dictado (voz-a-texto).
- Escribir en papel cuadriculado o en organizadores gráficos (que suelen estar disponibles en Internet y son gratuitos) para ayudarles a organizar sus palabras y pensamientos en papel.
- Obtener tiempo adicional para las tareas de escritura, los apuntes y exámenes escritos.
¿Qué pueden hacer los padres para obtener ayuda para su hijo?
Si notas problemas constantes en la escritura de tu hijo o en su capacidad para expresar ideas a través de la escritura, puedes empezar por hablar con su maestro. Es probable que puedas solicitar una evaluación, y después, servicios a través de la escuela, o si lo prefieres, acudir con un profesional externo. Cuanto antes reciba un niño apoyo e intervención, más rápido podrá ponerse al día y seguir el ritmo de sus compañeros.
En casa, puedes ayudar a tu hijo a practicar la ortografía y la escritura de las letras. Si tiene tareas que involucran la escritura, le puedes ayudar a comenzar de manera organizada (como por ejemplo, preguntándole: “¿Cuáles son las piezas que necesitamos para esta historia?”). También le puedes recordar que debe revisar su trabajo.
¿Cómo pueden los padres apoyar las necesidades emocionales de los niños con disgrafía?
Los niños con disgrafía pueden tener dificultades en el aula. Puede que tarden mucho tiempo en terminar los trabajos, como los exámenes y las tareas por escrito. Podrían quedarse atrás si no pueden seguir el ritmo para tomar apuntes durante las clases. Y sus calificaciones se pueden ver afectadas negativamente.
Todo esto puede causar angustia emocional en los niños. Puede ser frustrante tener dificultades para plasmar sus ideas y su conocimiento en el papel como lo pueden hacer sus compañeros. Es posible que los niños experimenten ansiedad y una pérdida de autoestima y confianza. Si su trastorno no es comprendido o no se reconoce, las demás personas podrían pensar que los niños con disgrafía son flojos o desordenados, y ellos mismos podrían empezar a preguntarse si eso es cierto.
Si notas que tu hijo está experimentando sentimientos de frustración, ansiedad o baja autoestima, hay muchas formas de ayudarlo, entre ellas:
- Hablarle acerca de lo que es una discapacidad del aprendizaje, y sobre cómo no tiene nada que ver con la inteligencia.
- Brindarle elogios por su esfuerzo. Al igual que con todos los trastornos del aprendizaje, manejar la disgrafía no se trata de alcanzar la perfección, sino de mejorar. “Siempre hacemos énfasis en la idea de la determinación o perseverancia”, dice la Dra. Badaly. “En realidad no se trata de siempre hacer las cosas bien o de buscar la perfección o el éxito. Se trata de asegurarse de aprender de los errores y crecer con el tiempo”.
- Hablar con los maestros y asegurarte de que comprendan y apoyen a tu hijo, tal vez incluso estableciendo una señal sutil que pueda utilizar cuando necesite ayuda adicional.
Con el apoyo adecuado, los niños con disgrafía pueden salir adelante en la escuela, fortalecer su autoestima y expresar sus ideas con confianza.
Preguntas frecuentes
La disgrafía es una discapacidad del aprendizaje que afecta la capacidad de escribir. Con el apoyo adecuado, los niños con disgrafía pueden aprender a escribir y desempeñarse bien en la escuela.
Los terapeutas ocupacionales ayudan a los niños con disgrafía a desarrollar habilidades motoras finas y destreza. Pueden utilizar ejercicios físicos para fortalecer los músculos de las manos o hacer que los niños practiquen la escritura de letras en el aire. También hay métodos de enseñanza especiales que pueden utilizar psicólogos, maestros o especialistas en educación.
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